NEWEN MAPU CHE Documental de Elena Varela

sábado, 9 de agosto de 2008

INGRID BETANCOURT V/S ELENA VARELA

Escrito por Francisca Araya
sábado, 12 de julio de 2008
Ingrid salió de la selva amazónica fresca como una lechuga. La liberación le vino bien. De inmediato retomó su candidatura a lo que fuera, como si los seis años de rehén hubiesen sido una reponedora siesta. Su entrenamiento político fue más poderoso que el trauma del secuestro, y apenas aparecieron las cámaras, la Betancourt se posicionó de su papel, calculando cada uno de sus gestos: la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta. No faltó ni una sola coma del protocolo, desde el best seller hasta la visita al papa, en un rol protagónico que ya se quisiera cualquier político del continente.
En medio de la celebración mundial por su rescate, un paisito del fin del mundo quiso agarrar un pedazo de la torta. La presidenta chilena Michelle Bachelet propuso que Ingrid Betancourt recibiera el Nóbel de la Paz; y el canciller Alejandro Foxley destacó que Chile “se había adelantado a los demás países” al hacer esta propuesta. Curioso gesto, por decir lo menos. Ridículo, siendo un poquito menos moderada. Vejatorio, siendo definitivamente sincera.

¿Qué saben Bachelet, Foxley y Betancourt sobre la Paz?

Betancourt es una víctima, no una heroína; y por mucha compasión que nos pueda provocar, existe un abismo entre los héroes y las víctimas.

Bachelet y Foxley, por su parte, encabezan un gobierno que garantiza la estabilidad nacional, a través de la violación sistemática de los derechos humanos. Un gobierno que criminaliza a las personas que piensan distinto y que no escatima en recursos a la hora de amedrentar a los movimientos sociales.

“A 18 años del término del régimen militar, la violencia policial en Chile en contra de la población civil, con grave violación de sus derechos fundamentales, es una realidad palpable que provoca la indignación de la ciudadanía y pone en peligro las bases de la convivencia democrática”, denuncia un comunicado de Amnistía Internacional publicado el 7 de junio pasado. Los secundarios y los mapuches pueden dar testimonio de estos hechos.

Los escolares, jóvenes que aún no cumplen 18 años, han sido expulsados de sus colegios por participar en política. Durante las manifestaciones, han sido fotografiados por los policías para identificarlos y perseguirlos. Uno de los métodos policiales utilizados para amenazar a los estudiantes, consiste en secuestrar por algunas horas a los dirigentes, golpearlos y abandonarlos en sitios eriazos, lejos de sus hogares. Y los muchachos que asisten a las protestas, se arriesgan a ser golpeados sin razón por la represión desmesurada de carabineros; y a ser detenidos y juzgados con la Ley Penal Juvenil(1) sin la garantía de un debido proceso.

Los mapuches, sobretodo los que viven en la provincia de Arauco, son reprimidos en sus propias casas; los chorros del lanzaaguas y los gases lacrimógenos entran por sus ventanas. Los allanamientos y destrozos de sus bienes por parte de la policía, ocurren todos los meses. Los niños están traumatizados. Muchos han sido interrogados, golpeados e incluso baleados en los operativos policiales. Y sus padres son detenidos y encarcelados sin pruebas y con testigos falsos. El Estado chileno le ha declarado la guerra al pueblo mapuche.

En marzo pasado, dos documentalistas franceses que investigaban el conflicto entre las comunidades mapuches y las empresas forestales en la Provincia de Arauco; fueron detenidos por carabineros y procesados por cargos insignificantes. Estuvieron a punto de ser expulsados del país, pero su embajador logró evitarlo. Tras la frustrada expulsión, regresaron a Traiguén, y una turba de doce personas los acorraló, los golpeó y destruyó sus equipos. Entonces se fueron de Chile, por su propia voluntad. En abril, fue el turno de dos periodistas italianos. La misma historia. Fueron detenidos, procesados y expulsados del país por cargos menores. Y al mes siguiente, el 7 de mayo, fue detenida la documentalista chilena, Elena Varela, por la misma razón: registrar el conflicto mapuche. Solo que a Elena no podían expulsarla, entonces la acusaron de asalto con homicidio y la encarcelaron. La única prueba que tienen en su contra es un testigo anónimo, cuya declaración es reservada; y ni siquiera la defensa tiene acceso a esta información.

El 21 de ese mismo mes, mayo del 2008, Chile comenzó a formar parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Y hoy pide el Nóbel de la Paz para la ex candidata a la presidencia de Colombia.

En Chile, al día siguiente de la liberación de Betancourt, la Corte Suprema rechazó un recurso de amparo en favor de Elena Varela. A Elena la torturaron, la humillaron frente a los alumnos de la Escuela de Panguipulli donde hacía clases de música, le negaron el acceso a la defensa, a un fiscal competente y a un juez imparcial; y le impusieron una medida cautelar desmesurada: seis meses de prisión preventiva. Pero los ministros de la Corte no escucharon estos argumentos, porque mientras los abogados de Elena alegaban, ellos dormían. Y ninguno de estos hechos noticiosos apareció en la prensa porque mientras Elena perdía su oportunidad de un juicio justo; los editores de los grandes medios de comunicación, decidían que la única noticia que se iba a publicar ese día y los siguientes, era la liberación de Ingrid Betancourt.

Varios meses antes de su detención, Elena Varela se encontró con Fernando Léniz en una cena del Club de Amigos de Panguipulli. Fernando Léniz, ex ministro de Economía durante la dictadura de Pinochet, ex presidente de El Mercurio, y ex presidente de la Corporación de la Madera, CORMA, fue el principal impulsor de la industria forestal en Chile. Esa noche, se acercó sigilosamente a la documentalista y le dijo: “Supe que está haciendo un documental sobre el conflicto mapuche. Pues sería conveniente, que usted contara la verdad”.

Elena le hizo caso. Contó la verdad. Y hoy arriesga varios años de cárcel por intentar mostrar una verdad que el Estado quiere esconder. Mientras tanto, la prensa y el gobierno se deleitan con las verdades a medias que hacen noticia fuera de nuestras fronteras. Lejos, muy lejos de nuestra realidad.


(1) Esta ley fue aprobada apresuradamente, un año después de la revolución de los pingüinos, con el fin de evitar nuevas sublevaciones.

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